¿Quieres que te hable de mí?
Vale, tú mismo.
Empiezo por mi pasado ¿ok?
– PASADO
No fui bueno en los estudios. Nada bueno.
No es que fuera poco listo o tan listo que me aburrían las clases, no (bueno, sí me aburrían, pero no por ser destacadamente inteligente). En realidad era una cuestión de, como decía mi madre, estaba “enjugascao”.
¿Sabes? en parte tenía razón. Una madre tiene mucha experiencia con sus hijos como para no tener razón en la gran mayoría de las veces.
Y digo en parte, porque la otra parte que no llegó a ver, era que me daban igual las matemáticas (aunque sí me gustaban), los señores esos del siglo XV que eran reyes y católicos, la industria revolucionaria, los verbos irregulares de inglés, los sintagmas nominales, dónde se está el océano cantábrico y por qué ciudades pasan los ríos que llegan hasta él…
Todo aquello me daba igual. No digo que aquella actitud estuviera bien, digo que, por entonces, me daba igual.
Era un niño de entre diez y catorce años, y todo aquello me importaba bien poco.
No entendía para qué me podía servir todo aquello.
Solo me esforzaba para pasar de curso. Y hacer uso de la palabra»esfuerzo» para referirme a la dedicación que apliqué para pasar de curso, ya me parece exagerado.
Eso sí, me gustaba escuchar a los profesores cuando introducían historias, me gustaba la filosofía y me gustaban todas aquellas frases, metáforas e historias que antiguos maestros usaban para sus clases magistrales con sus alumnos.
Me emocionaban todas aquellas historias que parecían acabar siempre bien.
¡Qué importantes veía a esos antiguos maestros de la historia que siempre tenían una respuesta y la última palabra para todo!
De hecho, soñaba con que de mayor, muy mayor, sería un hombre con la cara arrugada, mirada profunda y cabello largo y blanco como la nieve que emanaba sabiduría.
Pasó el tiempo y, como cabía esperar, no cursé nunca estudios superiores.
Adiós al sueño del hombre mayor sabio…
Hace ya unos años, me alegré de no haber cursado estudios superiores (que nooo, que no estoy diciendo que no sea necesario hacerlo o que esté mal hacerlo. No, no digo eso).
Si te fijas, hasta ahora he hablado en tiempo pasado.
– PRESENTE
Actualmente, me sigo considerando bastante inquieto intelectualmente y físicamente.
Me convertí, no sé cuándo, en polímata.
Soy capaz de ponerme a estudiar historia por el mero hecho de saber qué cojones lió Hernán Cortés o el menos (creo) conocido Hernán Pérez del Pulgar, o cómo realizar un cálculo matemático, o devorar con la lectura libros de psicología y sociología para saber más sobre el comportamiento de las personas.
O cómo diseñar, crear y hacer crecer una página web, a la vez que ojeo cómo programar una raspberry para montar un gato-robot con la intención de poder jugar con él y con mi hijo cuando sea un poco más mayor.
Por cierto, todas las webs que tengo y alguna otra que he diseñado para otras personas, son creaciones mías.
¿Se puede ser más friki?
Un friki inquieto y muy curioso que descubrió, muchos años después, que tenía un cerebro híbrido (de ciencias y de letras).
– CURIOSIDAD
Por encima de estas cosas, me encanta ser curioso. De hecho, dedico parte de mi tiempo a ser curioso (y ojo, que hablo de curiosidad, no de ser cotilla).
Te contaré, en otro momento, mi anécdota de un botón aislado y descuidado que encontré en la pared del rellano de un hotel en Costa Rica.
Eso lo fui siempre. Tocabotones no, curioso. Un curioso con un mundo interior tan desordenado como repleto de imaginación.
También se me han dado bien los trabajos manuales, desde la papiroflexia, hasta arreglar el viejo vídeo VHS que había en casa de mis padres o montar mi nueva y flamante cocina.
¡Ah! y también en el manejo de mi cuerpo. Sí, esto último habrá sonado un poco extraño, así que te aclararé que me gustaba correr, saltar, trepar, esconderme, gatear, revolcarme… todas esas habilidades que son compatibles con el subterfugio. Y se me daba muy bien. Y se me sigue dando bien. Soy una persona ágil y fuerte.
Siempre lo fui y tengo conmigo mismo el firme compromiso de serlo siempre. Siempre.
Mi relación con el comportamiento humano y la habilidad de crear o arreglar cosas, me llevó a lo que hago en esta web: Fusiono las habilidades físicas con las mentales y les añado el vocabulario y lo que siento. Con este cóctel elaboro el trabajo de desarrollo personal con el que estoy actualizándome constantemente a la mejor y más evolucionada versión de mí mismo.
Todo esto me llevó a ser un “Empoderante”.
Un Empoderante es una persona que ha sabido empoderarse a base de experiencias, aciertos y errores. Muchos errores. Tomando consciencia de lo que siente, lo que piensa y lo que dice, y de para qué lo siente, lo piensa y lo dice.
Unas veces se gana y otras se aprende.
Aprender. Ese es uno de los pilares para todo.
Actualmente, puedo decir que a pesar de los esfuerzos de otros para someterme a su criterio, siempre terminé haciendo lo que me dio la gana.
Y hasta hoy he conseguido ser una persona empoderada y un Empoderante.
Se puede decir que siempre ha terminado yéndome bien. Muy bien.
…Y esto no ha hecho más que empezar.
Quiero seguir sabiendo más del friki este y de cómo empoderarme